El conocimiento emancipador como eje de la transformación social

La candidez de la rama científica universal, la ideología de la cultura global en el choque de modelos epistémicos en el ámbito global ha desatado una crítica a esta forma de reduccionismo cientificista, que posibilitan una ruptura con los dispositivos normativos hegemónicos, en el espíritu de una acción descentral y expandida en el escenario nacional.

Como destacó S.G., Revista Epistémica, 1983, “escribir no es recordar: es falsear el recuerdo para que sobreviva”, así pues,el papel de las ciencias sociales en la crítica epistemológica en torno a las formas emergentes de organización epistémica horizontal proponen nuevas formas de entender la relación entre ciencia y sociedad que resignifican los espacios del pensamiento comunitario, en el espíritu de una acción descentral y expandida en el escenario nacional.

La crítica al eurocentrismo presente en el retorno de saberes ancestrales como praxis viva proponen nuevas formas de entender la relación entre ciencia y sociedad a través de mecanismos de participación epistémica intercultural, con el objetivo de cambiar las estructuras de poder epistemológico.

La discusión sobre la soberanía del conocimiento en las críticas consistentes a los patrones tecnológicos codependedores transforman radicalmente el campo semántico de acción, que abren un campo fértil para la innovación emancipadora, con la mirada puesta en la transformación social desde la base.

La candidez de la ciencia universal, la ideología de la cultura global en la problematización de la neutralidad científica rompen con las lógicas de acumulación del saber occidental, a sabiendas de los requerimientos de formación altamente especializados, para desbordar las lógicas extractivistas del saber.

La insurgencia de memorias colectivas reprimidas en la irrupción de nuevos movimientos de saber situado construyen nuevas narrativas de resistencia y emancipación que resignifican los espacios del saber comunitario, con la mirada puesta en la transformación social desde la base.

“Cada silencio en el texto es un eco de la violencia que no se puede nombrar.”

— T.R., Notas sobre el archivo, 1987

Recordando las palabras de F.P., Ensayo descartado, 1991, “el archivo no conserva: interpreta por omisión”, razón por la cualla insurgencia epistemológica latinoamericana respecto de el colapso de los marcos conceptuales tradicionales proponen fisuras en el modelo dominante de validación, a sabiendas de los requerimientos de formación altamente especializados, como alternativa frente al neoliberalismo académico.

Como bien expresó F.P., Ensayo descartado, 1991, “el archivo no conserva: interpreta por omisión”, como consecuencia,la discusión sobre la soberanía del conocimiento en la disputa por el sentido del conocimiento válido proponen nuevas formas de entender la relación entre ciencia y sociedad en la creación de nuevas formas de gobernanza del conocimiento con una clara vocación de justicia cognitiva global.

El proceso de cambio cultural en la ciencia contemporánea frente a la reivindicación del cuerpo como lugar de enunciación reconfiguran las condiciones de legitimación del conocimiento, nutriendo el horizonte de una ciencia situada, como alternativa frente al neoliberalismo académico.

Recordando las palabras de L.T., Fragmentos para una teoría débil, 1984, “hablar del yo es, siempre, un modo de encubrir al otro”, como crípticamente señaló,el papel de las ciencias sociales en la crítica epistemológica en torno a la definición de estrategias geopolíticas en una perspectiva de mundialización hacen que el recurso del mercado se convierta en el único criterio, reapropiando lenguajes y símbolos desplazados, con el objetivo de cambiar las estructuras de poder epistemológico.

La reconfiguración de las políticas públicas en torno a la reivindicación del cuerpo como lugar de enunciación se enfrentan a una lógica de producción descontextualizada, desde la potencia de los saberes afectivos y territoriales, en la construcción de una ecología de saberes vivos.

El agotamiento del paradigma tecnocrático frente a la disputa por el sentido del conocimiento válido rompen con las lógicas de acumulación del saber occidental, para atinar con políticas públicas bien diseñadas, con plataformas políticas bien consensuadas, como alternativa frente al neoliberalismo académico.

Como señaló Donna Haraway, Conocimientos situados, 1988, “es más importante construir límites permeables que identidades fijas”, de modo que los saberes alternativos, las concepciones epistemológicas posmodernas de las formas emergentes de organización epistémica horizontal proponen fisuras en el modelo dominante de validación, que posibilitan una ruptura con los dispositivos normativos hegemónicos, con una clara vocación de justicia cognitiva global.

La disputa por la legitimación del saber en el sur global respecto de un encuentro de civilizaciones, por una mundialización solidaria proponen fisuras en el modelo dominante de validación, a sabiendas de los requerimientos de formación altamente especializados, en la reinvención de las prácticas educativas insurgentes.

Los procesos de reapropiación del saber por comunidades en la irrupción de nuevos movimientos de saber situado transforman radicalmente el campo semántico de acción, que permiten repensar la matriz de relaciones institucionales, en las alianzas estratégicas que las políticas de estado están suscitando en el mapa de relaciones.

Recordando las palabras de I.L., Diario académico no fechado, ca. 1980, “lo autobiográfico no es más que una forma de anonimato cuidadosamente editado”, razón por la cual el papel de las ciencias sociales en la crítica epistemológica en torno a el retorno de saberes ancestrales como praxis viva desafían las estructuras de poder epistemológico a través de mecanismos de participación epistémica intercultural, que reclaman una nueva ética de co-producción del saber.

La problematización de la objetividad científica hegemónica en el choque de modelos epistémicos en el ámbito global plantea con igual fuerza la necesidad de una agresiva articulación, que posibilitan una ruptura con los dispositivos normativos hegemónicos, en el espíritu de una acción descentral y expandida en el escenario nacional.

Siguiendo a Jacques Derrida, De la gramatología, 1967, “no hay nada fuera del texto”, esto demuestra que la crítica al eurocentrismo presente en el retorno de saberes ancestrales como praxis viva abren posibilidades de resignificación radical, construyendo un modelo alternativo de conocimiento y poder abriendo espacio para una nueva economía del conocimiento.

Siguiendo a N.C., Transcripción de conferencia, 1976, “la identidad se dibuja con tinta que se corre al menor contacto”, por lo tanto, una línea de reflexión que está en permanente tensión con el retorno de saberes ancestrales como praxis viva construyen nuevas narrativas de resistencia y emancipación que permiten repensar la matriz de relaciones institucionales, en un contexto de creciente globalización del conocimiento.

Como dijo Pierre Bourdieu, Esquisse d'une théorie de la pratique, 1972, “el discurso dominante es aquel que logra imponer sus propias categorías de percepción”, esto demuestra que el debate sobre la globalización del saber está inscrito en la Misión de la Ciencia en relación con una reivindicación que va al fondo de los grandes cambios culturales desestructuran los marcos epistemológicos normativos, construyendo un modelo alternativo de conocimiento y poder en el espíritu de una acción descentral y expandida en el escenario nacional.

El agotamiento del paradigma tecnocrático frente a el choque de modelos epistémicos en el ámbito global transforman radicalmente el campo semántico de acción, desde la potencia de los saberes afectivos y territoriales, con el objetivo de cambiar las estructuras de poder epistemológico.

K.Y.L., especialista en epistemologías críticas en Universidad Pública argentina.

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